viernes, 29 de febrero de 2008

Un ser vivo... muy peculiar

Estos días analizaremos qué implica la afirmación "el hombre es un ser vivo". Sin embargo, no querría dejar de señalar que es "un determinado tipo".
Antropológicamente esto es de una evidencia imponente. La visualización del proceso de crecimiento puede ayudarnos a comprender la continuidad perfecta de toda la vida humana. No cambiamos de especie... y eso hay que considerarlo.

Aquí dejo un vídeo de los 11 que forman una interesante serie. Están en You-Tube

4 comentarios:

Fátima Malmierca dijo...

La naturaleza del hombre es perfecta...no se puede decir más después de ese video(que vimos ya entero en clase de psicologia del desarrallo)...peculiar...yo diria más bien IMPRESIONANTE Y PERFECTO...¿Quién esta conmigo?

Fauss dijo...

El hombre en su empeño por delimitar las cosas, ha buscado desde siempre, con mayor o menor éxito, establecer un límite indiscutible que distinga el obrar humano del animal. Así, atendiendo únicamente a los signos externos de su comportamiento, algunos teóricos han hablado de cultura, lenguaje, arte, herramientas o escritura… como claves para identificar al hombre, sea cual sea la sociedad o el momento histórico en que se encuentre.
Pero no resulta tan fácil establecer de un modo tan rotundo esta diferencia si atendemos únicamente al qué (y no al cómo) de estas operaciones. De hecho, algunos estudios del mundo animal parecen desmentir algunas de estas hipótesis. Así, encontramos en algunas especies de mamíferos, como la orca, una capacidad de adaptación y aprendizaje tal, que otorga al modo de cazar o de desenvolverse de los miembros de una misma colonia, cierto obrar independiente muy cercano a lo que nosotros entendemos por cultura.
Esto es posible, porque estas especies tienen una etapa de madurez más distanciada en el tiempo. Sus crías no nacen con todas las herramientas básicas para desenvolverse, como ocurriría con una hormiga o una tortuga, sino que nacen vulnerables como el hombre y tienen que aprenderlas en el desarrollo de su “infancia”. Así podemos ver orcas que no cazan por necesidad, y utilizan su captura para enseñar estrategias y movimientos en el agua a sus crías… en algo parecido a un partido de tenis-foca. Foca que devolverán a la orilla, si esta sobrevive al vapuleo.
Este proceso de aprendizaje mimético, sumado a la importante capacidad de adaptación que poseen, permite que veamos comportamientos completamente distintos en orcas de la Patagonia, de aquellas que, aún de la misma especie, operan cerca de nuestra península (a las que, por cierto, debemos algunos de los nombres de nuestras provincias o ciudades, como Mall-orca, Men-orca o Balea-res).
Pero no es el único animal que se preocupa de la “educación” de sus crías. Los elefantes que se crían en cautividad sin la supervisión de una madre, son más agresivos y atacan a especies, como el rinoceronte, que jamás atacarían en el mundo natural si hubiesen sido corregidos por sus mayores.
Sin querer distenderme demasiado, me gustaría que perdonarais que mencionase aún algunas anécdotas más, que ayuden a comprender esta tesis y que acercan algunos comportamientos animales a los del hombre. Así, mencionaré “la piedad” que sufren algunos mamíferos acuáticos, como el delfín, que rescatan miembros de otras especies (entre ellas el hombre) por empatía, al no poder soportar la sensación de asfixia que manifiestan, si las viesen ahogarse. Con más motivos ayudarán a los ancianos de su propia especie, que no pudieran valerse por sí mismos, a subir a la superficie; aún cuando éstos fuesen inútiles, de un modo pragmático, para la colonia.
Qué decir del complicado sistema de comunicación que emplean ciertos animales o de la utilización de herramientas (aunque naturales y no elaboradas, claro) que, como demostró la profesora Jane Goodall, emplean algunos primates… o de los gustos exquisitos culinarios de la orca, que le llevan a matar una ballena para devorar únicamente la legua…
Estos comportamientos animales dificultan la respuesta al deseo de colocar un límite en el comportamiento humano-animal, atendiendo únicamente a sus manifestaciones externas… si bien éstas se convierten en radicalmente distintas, por vulgares que sean, si atendemos a otras razones, como ya veremos.
Pero ¿Qué diferencia un sentimiento humano de un afecto animal? ¿Qué distingue a una madre que se interpone entre la bala y su hijo; y al jabalí que se cruza en la trayectoria del león y su cría? ¿Qué valoramos de una nueva técnica de pesca descubierta por un marinero, que no hacemos cuando es una variación en la pesca de una orca? ¿Qué es, en definitiva, lo que hace humano al hombre?
Sería estúpido decir, únicamente, que el hombre es más inteligente o que es capaz de más cosas. No está, por tanto, en el qué la diferencia del hombre. Lo que hace diferente el alimentarse del hombre y del animal, no es el empleo de cubiertos o el uso de la servilleta… sino algo mucho más básico y evidente. La diferencia radicaría en que, a diferencia del animal, el hombre sí es consciente de que se alimenta. La inteligencia del hombre es una inteligencia-consciente.
Y es esa consciencia la que convierte en sacrificio el valor de la madre, que no otorgamos al jabalí… y es la intencionalidad lo que diferencia el desarrollo en la pesca del hombre y la orca... Es la consciencia la que posibilita la intencionalidad, y ésta, el pensamiento deductivo, a saber, el enfrentamiento premeditado a un problema. De tal suerte que lo que nos hace humanos, no es sufrir (sacrificarse) o sentir, sino saber que lo hacemos, por qué lo hacemos… y querer hacerlo.

Anónimo dijo...

Mª del Mar
Efectivamente el hombre ha buscado siempre establecer un límite entre el hombre y el animal, para mí la diferencia está en que el hombre fue creado por Dios para que gobernase la tierra y sólo por ello ya es un ser superior, es cierto que los animales protegen a sus crias pero lo hacen por puro instinto, ellos se aparean por instinto, para perpetuar la especie, funcionan en ellos las feromonas, esto no ocurre así en el hombre, somos libres y conscientes de los que hacemos y lo hacemos por odio o por amor y esto nos diferencia realmente de los animales. Hay determinadas especies que ante el peligro se comen a sus crias, no creo que esto lo hagan porque lo hayan aprendidio sino únicamente por instinto. Los animales enseñan a sus crias y una vez que ellas han aprendido salen de sus vidas, no ocurre lo mismo con el hombre, pese a que este aprenda a vivir por sí mismo, se irá pero siempre permanecerá en el seno de su familia aunque no esté presente.

Consuelo Martínez Priego dijo...

Fauss, de nuevo aciertas. Explicado con los detalles propios del etólogo y el antropólogo sociocultural, llegas a la necesidad de apelar a la conciencia. Ahora bien, eso revierte sobre el qué que, en un primer momento desechaste: desde la consciencia el planteamiento de problemas es mejor y las soluciones auténticas invenciones.
En este caso, la cantidad se transforma en cualidad: es la técnica en sentido propio, no en sentido análogo o "próximo, parecido...".
Dejo un link a la explicación que Leonardo Polo hace del desarrollo de la técnica, el uso de las manos y la manifestación de la libertad.

http://www.iterhominis.com/03_Polo/01_Livros/QH/QH_01.htm