lunes, 10 de marzo de 2008

...en busca de sentido (I)

Señalaré, en este post, algunos conceptos o ideas que, de nuevo, llaman mi atención y me obligan a repensar algunas de las cosas sobre las que hemos hablado en estas semanas.



1. La existencia desnuda: sin pertenencias, sin ropa, sin
nombre...
2. La dificultad para aceptar la verdad: aunque había algo verdadero.
3. Impasibles, con emociones embotadas; incapaces de sentir horror, asco...
4. El dolor de un latigazo y el dolor de un insulto; la dureza de la
materia y la otra dureza.

Y muchas más cosas. Mañana seguiré, aunque también vosotros podéis aportar algo.

6 comentarios:

lourdes gallardo dijo...

Hola , soy Lourdes Gallardo, alumna titulada de educación infantil, la verdad es que se me da bastante mal esto de escribir, pero me lanzo para así aprender de mis errores. Yo sigo dándole vueltas al tema del instinto , a ver si me quedó claro, el hombre tiene instintos que puede controlar,por lo que no es una respuesta obligatoria, en eso se diferencia de los animales.Pero, entonces ¿lo llamaríamos instinto o reflejo....? Realmente me gustaría saber si el hombre en definitiva tiene instintos o no. Por ejemplo instinto de supervivencia...

cristina dijo...

hola soy Mª Cristina Martin Martin, de 1º de infantil. Bueno sobre el libro de Victor Frank, y sobre lo que has dicho, yo pienso que las personas y el propio protagonista, una vez que entraron en el campo de concentración, el mismo decía que cuando el sufrimiento es aceptado, ya no es sufrimiento, es algo que de alguna manera vive en ti, pero no sufres de la misma manera, porque te has habituado a ese sufrimiento. También dice y explica que las situaciones anormales,las respuestas anormales, constituyen una conducta normal, eso mismo era lo que les pasaba a ellos, que ante todo lo que era negativo, es decir anormal, tenía como consecuencia la conducta normal. Como por ejemplo la idea del suicidio, que sería una respuesta anormal, pero después de haberlo meditado, conducía a una conducta normal, porque de una manera o de otra iban a morir. Y tampoco les preocupaba estar desnudos, no comer casi nada, porque lo único que les preocupaba, era que estuvieran vivos, y se conformaban con una migaja de pan, como si fuera una barra de pan.

Anónimo dijo...

En respuesta a la duda de Lourdes añado lo siguin¡ente:
Propiamente el hombre no tiene instintos, pués los llamados instintos animales lo son en relación a la causa formal, eficiente y final de los actos animales, que a su vez también son distintos en el hombre.
Digamos que un animal no puede no querer comer o no puede no intentar sobrevivir en cualquier circunstancia. Los animales son por así decirlo nómadas. Primero, o se adaptan al entorno, evolucionando, o lo explotan, acabando con los recursos necesarios. El hombre por otra parte es capaz de adaptar el entorno a sus necesidades.

Anónimo dijo...

No se si será un atrevimiento demasiado insolente por mi parte, pero el comentario de Mª Cristina Martin me ha hecho pensar bastante y me ha suscitado algunos interrogantes.
Por ejemplo dice Mª Cristina:

1. "La idea del suicidio, que sería una respuesta anormal, pero después de haberlo meditado, conducía a una conducta normal, porque de una manera o de otra iban a morir"

El suicidio sería anormal antes de reflexionar sobre ello (“antes de haberlo meditado”) pero que después de darse cuenta de que “de una manera o de otra iban a morir", se convertía en una conducta normal.

PREGUNTO:
A ) ¿qué es lo normal? ¿lo lógico? ¿lo que responde a la verdad de lo que se es (por tanto lo que se ajusta a la “norma”, a lo propio del ser? ¿lo que hace todo el mundo?

B ) ¿es “normal” la idea del suicidio cuando eres consciente de que vas a morir? ¿la gente no sabe que se va a morir? ¿por qué no nos suicidamos todos? ¿cómo puede ser que precisamente cuando haces lo más propio del hombre «pensar», «razonar» te conduzca a algo que es contrario al hombre? ¡Algo habrá debido hacerse mal!

2. “Pero no sufres de la misma manera, porque te has habituado a ese sufrimiento”

Pensando sobre esto que dice, creo que lleva su parte de razón, ya que el modo de vivir el sufrimiento (suele decirse “de encajarlo”, pero no me parece muy acertada la expresión) está estrechamente vinculado con el modo de afrontarlo, y por qué no, de aceptarlo. Pero no aceptarlo resignadamente (¡me ha tocado a mí!) sino de aceptarlo de la forma más humana, implicando en la aceptación toda la persona. Me parece que es un camino lógico de vivir en la plenitud de lo que somos.
Ciertamente “no sufres de la misma manera”, pero no por simple habituación, como si fuera cuestión de “adaptación al medio” o algo así, sino porque el modo de vivir ese sufrimiento es “al modo humano”, al modo más humano (y divino, ¿por qué no?)

Consuelo Martínez Priego dijo...

Lourdes preguntas por los instintos y los reflejos.

En el hombre las conductas más o menos estandarizadas, no se llaman instintos por la apertura que originariamente tienen. Cosa distinta son las situaciones extraordinarias, en las que se puede perder el control sobre sí mismo. No parece que seamos básicamente descontrolados y accidentalmente controlados. Por ese motivo, y otros muchos que aparecen en el post correspondiente, el hombre no tiene instintos, sino tendencias, inclinaciones naturales que le ayudan a resolver sus problemas, pero no lo hacen del todo –es más, casi no resuelven nada-.

Los reflejos son movimientos de diversa naturaleza: simples, de estructura neuronal concreta. Hay quien considera a los instintos como cadenas de reflejos, pero es, por bastantes motivos, inadecuada esta definición: los instintos sólo tienen sentido como proceso global, no por tardes; los reflejos sí.

Otro tipo de movimiento específico, pero aún más simple son los tropismos. Se trata de los “movimientos” de las plantas ante determinados estímulos (fototropismos, etc. )

Te animo a que busques el significado preciso de: tropismo, reflejo e instinto, teniendo en cuenta que el término instinto suele usarse sin especial precisión en el caso del hombre.

En todo caso, la observación de Paco parece adecuada: si la eficiencia de la causa formal del animal es adecuada a su forma (principio de vida sensitiva); parece adecuado denominar de modo distinto la inclinación (eficiencia) que procede de la causa formal humana (principio de vida intelectiva). La nutrición, reproducción etc. han de entenderse, a mi juicio, como cualitativamente distintas en cada uno de los niveles de vida. La nutrición que proporciona la madre a la cría nada tiene que ver con el agua que se hecha a una planta. Tampoco con la nutrición humana, en la que la procreación, crianza y educación forman un continuo y su separación una conducta desajustada a la dignidad de la persona. “Echar de comer” a un hombre es una aberración. “Comer” en sentido propiamente humano, no es controlar el instinto, sino nuestro modo de ser: eso sí, para vivir del modo adecuado a nuestro modo de ser, hemos de ser educados.

Consuelo Martínez Priego dijo...

Mel, desarrollando las ideas de Cristina, hace preguntas importantes que, tarde o temprano, hemos de responder cada uno, y es relevante ACERTAR en esa respuesta: nos jugamos la vida (y nunca mejor dicho). Es decir, lo que vamos a tratar es tan real y requiere tanto acierto (verdad) como cierto es que vivimos y morimos: estas dos afirmaciones están más allá de lo opinable. Parece que, puesto que vivir y morir son realidades inopinables, comprenderlas no es cuestión opinable, sino difícil… vitalmente próxima e “implicante”.

Bueno, dejo la introducción.

Verdaderamente ante ese panorama, pensar en el suicidio no parece anormal, sino normal. Creo que el sentido de “normal” en Víctor Frankl va ligado, en primer lugar a lo patológico y también al “sentido común”. Lo normal es querer vivir, no querer morir –no hay más que preguntarle a la gente…-. En todo caso, no es la certeza de la muerte, sino el insoportable sufrimiento presente lo que mueve a esa consideración. Lo que se busca es “vivir mejor”, pero se cree que el camino es “dejar esta vida”.

Me detengo ahora en los detalles de tus preguntas:
1. Normal: lo que se ajusta a la norma (ley, naturaleza, orden propio)
2. Normal: lo que más ocurre (sentido cuantitativo). En tal caso, la moda es lo normal.

Es obvio que la realidad vivir-morir no puede medirse por lo normal-cuantitativo: es demasiado importante y la moda demasiado arbitraria. Creo que nadie puede juzgar con profundidad algo así. Sin embargo, la presión cultural puede impedirnos considerar, reflexionar, sobre todos estos elementos. Es más, puede parecernos “ordenado” algo que es sólo “habitual”. Creo que estas reflexiones que estamos escribiendo ayudan, al menos, a cuestionarse las respuestas fáciles a las preguntas no tan fáciles.

Por lo dicho anteriormente, la idea de suicidio no procede de la realidad de la muerte, sino del “sinsentido del sufrimiento”. De ahí que pensar y no querer o poder encontrar sentido, conduzca a alguno al deseo de morir. No es pensar el problema, sino toparse contra un muro. Sobre esto podemos observar algo con claridad: en las sociedades donde se priva a la persona de sentido (donde se hace difícil, imposible, o se persigue la dotación de sentido a la propia vida), el suicidio (conducta anormal) aparece de modo reiterado y preocupante. El deseo de vivir y la posibilidad misma de razonar en orden a seguir viviendo, depende del sentido, del significado que pueda darse a la vida y al sufrimiento

(Ahora pensad en vuestro entorno cultural -audiovisual, literario, cinematográfico- en el sentido y explicación de sentido de que dispone alguien que, según habéis dicho antes, actúa de modo “instintivo”. Pensad en el sentido que puede alcanzarse cuando el placer, el dinero, el poder, la apariencia, lo llenan todo y pensar de otro modo es tachado de antiguo, agobiado, carente de libertad… y eso antes de empezar a saber…cuando se tiene recelo ante cualquier atisbo de hacer pensar sobre cosas importantes… porque la gente quiere ser feliz…y no comerse la cabeza…)

En cuanto al segundo comentario (modo de sufrir), poco he de comentar. El sufrimiento es “la lección más importante de todo el temario vital”. Si os empeñáis en buscar sentido, sólo puedo decir que la filosofía no lo dice todo al respecto; por más que lo intenta, se queda corta. Así ha sido en todas las culturas y en todas las corrientes filosóficas. Sin embargo, eso no quiere decir que sean incomprensibles las propuestas que, desde otros saberes, se ofrecen al hombre y a la consideración de la filosofía.

Por cierto, la religión cristiana tiene en el centro “vivir a partir del hecho cierto del sufrimiento, muerte y superación de la muerte (resurrección) de Dios mismo”. Digamos que tiene en su núcleo la dotación de sentido del sufrimiento y la muerte y por tanto la liberación de uno y otra. A mi siempre me llama la atención...