martes, 11 de marzo de 2008

...en busca de sentido (II)

Sigo con algunas de esas ideas impactantes.

1. ¡Qué importante es el cuerpo y sin embargo no lo es todo! El hambre, sus
efectos corporales y psicológicos. El hambre y el deseo de superar la situación
infrahumana de sólo pensar en comida.
2. ¿Y qué decir del contenido de la
meta última del hombre, cuando todo se ha perdido? Habrá que recordar la palabra
"contemplación", tan mal comprendida en nuestro tiempo.
3. La sorprendente
articulación entre insensibilidad y deleite en la belleza. Pero no se daba en
todos.
4. Resolver el problema de la supervivencia: no es mera adaptación
biológica. Aprender el arte de vivir.
5. Y los espacios de libertad,...

...y otras muchas cosas podrían comentarse. Seguro que, también ahora, vosotros podéis añadir cuestiones interesantes.

16 comentarios:

Fátima Malmierca dijo...

El otro día vi una película del hombre prehistórico que, aunque no buscaba destacar aspectos antropológicos, me hizo reflexionar sobre estos un poquito más.
Pensé sobre aspectos como la conciencia, la mente , el fin del hombre, sus conocimientos y habilidades, así como también, su desarrollo y crecimiento a lo largo de la historia …como “el hombre es hombre” desde la prehistoria y como gracias a su inteligencia realiza operaciones propias del hombre. Pero lo que realmente me interesó fue la conciencia y todo lo que esta conlleva.

Hay un momento en la película donde los cromagnones, hombres de caza, se lanzan a la captura de los grandes mamuts. El protagonista por casualidad y suerte mata a uno de estos grandes mamíferos…el pueblo le “corona” con la “lanza blanca”, por decirlo de alguna forma, le nombran “el protector del pueblo”…este hombre de cromagnon sabe que, su mérito no es éxito, si no más bien suerte, acribillado por su conciencia , devuelve la “lanza blanca .

Las leyes naturales del hombre no estaban escritas en ninguna parte…sin embargo, este es capaz de discernir lo que es correcto de lo que no lo es…”, en el libro de víctor , el propio psicólogo cuenta como él pudiendo escapar del campo, pensó en sus pacientes, y no pudo dejarlos de lado (aquí influye también la sensibilidad)

El hombre tiene conciencia por naturaleza propia…es una realidad propia del hombre …desde la prehistoria… aunque ¿hasta donde llega la conciencia del hombre?
Pienso que la sensibilidad esta íntimamente relacionada con esta. La conciencia unido a la sensibilidad se educa, según las vivencias de cada uno y según las influencias externas de las personas cercanas. El grado se sensibilidad no se puede medir ya que cada persona es distinta. No es lo mismo un hombre que vive rodeado de personas con una sensibilidad cuidada de otra menos desarrollada, por lo que, esta funciona según la experiencia y conocimiento de cada individuo, según como sea capaz de percibir estímulos externos e internos a través de los sentidos y analizarlos para sí, puesto que esto influirá en el desarrollo de su sensibilidad.

Un animal si se come a otro no tendrá ningún remordimiento del daño que le produce, puesto que no esta en su especie la inteligencia de la razón, es decir, el por que de las cosas…Sería gracioso imaginarse a un tigre pidiéndole perdón a una cebra, mientras la devora…o explicándole el por que de su acto…lo que quiero decir, es que el hombre a parte de ser un ser con inteligencia, tiene como característico del hombre, la conciencia, el conocimiento que el ser humano tiene de sí mismo y de su entorno.
Lo que conlleva a decir a grosso modo que, el hombre gracias al conocimiento de sus propias capacidades, es capaz de discernir lo que pasa en el mundo que le rodea… ese conocimiento le permite ser consciente de su propia especie y del mundo .

Un ejemplo donde se aprecia la conciencia del hombre de su propia especie es en el libro de víctor; aún en situaciones de extrema hambruna, no son capaces de comerse a su gente (no descarto que a lo largo de la historia, haya habido casos de canibalismo)puesto que muchas veces, para el hombre esta la conciencia(lo espiritual) antes que el cuerpo.

Consuelo Martínez Priego dijo...

Me ha interesado sobremanera el comentario de Malmi. Os recomiendo tenerlo muy presente durante las próximas semanas: el número y tipo de referencias a cuestiones específicas de la naturaleza humana y su operatividad propia son abundantísimas.

Aunque sea adelantar un poco la explicación de esos conceptos, me introduciré brevemente en ellos.

En primer lugar conviene destacar la continuidad establecida entre el conocimiento sensible -podríamos aludir a los sentidos externos e incluso a algunos de los internos-, la valoración primera que puede relacionarse lejanamente con la animal -el tigre "considera siempre adecuado" devorar a su presa, digamos que su "juicio" es positivo por naturaleza-, y la conciencia, separada ya de la pura impulsividad ligada a la supervivencia.

Por último establece una fuerte relación entre la sensibilidad -hemos de entenderla ahora en sentido amplio, referida propiamente a una facultad que llamaremos "cogitativa"- y la conciencia moral.

No sé si he explicado en clase que, la conciencia moral se educa, primariamente, en la sensibilidad, ámbito en el que se "degusta", "deleita" u "horroriza" el sujeto. Parece que la pérdida del sentido del horror, por ejemplo, es pérdida del sentido moral. Parece que "sentir horror" ante el horror -que le duelan a uno las entrañas, como dirían los clásicos- es adecuado a la realidad y facilita rechazar lo inmoral. El hecho de que a uno "no le pase nada" cuando ve cadáveres, asesinatos, torturas, etc. es signo evidente de degradación moral. Dificulta además, rechazarlo, impedirlo.

Educativamente esta realidad lleva a considerar que la educación moral es, originariamente, educación estética, de la sensibilidad, del sentido de lo bonito y lo feo. En efecto, a un niño se le dice que "eso no se hace, que eso es feo"; también que "eso es caca" -y no se designa algo feo, o sucio simplemente-. Que el niño tenga gusto por lo bueno y repulsa ante lo malo es el principio de la educación moral.

Es por tanto relevante la falsedad antropológica que implica el hecho de que, en nuestro contexto cultural la barbarie -tenga el contenido que tenga- se haga manifiesta y "normal" y luego se diga que "no se impone a nadie", simplemente está ahí. Es obvio que la connaturalidad sensible dificulta el juicio moral, lo modifica. Por tanto, la configuración de la "estética pública" ES EDUCACIÓN MORAL. Nadie queda libre de la influencia que ejerce el contexto en el propio aprendizaje.

Pensad en los medios de comunicación, en el cine, en la publicidad. Pensad en las letras de las canciones o en el modo de vestir.

Esta es, a mi juicio, la razón por la que en educación -y nadie está "terminado" educativamente- la coherencia entre lo que se dice, lo que se hace, lo que se muestra, el contexto en el que se vive... todo sea relevante.

Hace unos meses escribí algo al respecto. http://www.clubdellector.com/articulos.php?id_articulos=205 En todo caso, como es este un punto nuclear de la última dimensión del crecimiento humano -tras el crecimiento somático, psíquico y social se sitúa el moral-, se tratará con detalle y será objeto de un post exclusivo-.

Puesto que he escrito un comentario largo, demasiado largo, seguid señalando vosotros lo que queráis; tal vez, haciendo referencia a esas preguntas que os hice en el examen sobre el libro de Viktor Frankl.

Unknown dijo...

Me han parecido muy interesantes los comentarios de Malmi y de Consuelo, y considero que no tengo mucho más que decir al respecto...me gustaría hablar en relación con el libro. Me parece impresionante la fuerza del hombre de conservar siempre la más mínima esperanza de que todo puede cambiar, de que algún día todo se pasará. Me gustó mucho el hecho de que me recordara que al hombre se nos puede quitar todo, pero la libertad interior de pensar y actuar como tu quieras permanece viva. Tú decides entre luchar por sobrevivir o dejarte vegetar. Decía V. Frankl que los mejores hombres no regresaron del campo, no estoy totalmente de acuerdo, como tampoco lo estoy con la afirmación contraria; ésto es: los mejores hombres son los que salieron vivos.
Pienso que los mejores hombres fueron los que manteniendo su dignidad murieron y conservando esperanza sobrevivieron.

Toñi dijo...

Hasta que punto estamos hablando de educación morral hay que tener en cuenta esa parte natural como serian las emociones básicas de Paúl Eckman y el fenómeno de la habitación y el pseudocondicionamiento, si solo fuera educación moral ¿hasta que punto analizando nuestros modelos no los repetiríamos?

Consuelo Martínez Priego dijo...

El comentario de Fátima contiene una frase acertadísima -y bonita, la verdad-: los mejores hombres fueron los que manteniendo su dignidad murieron y conservando esperanza sobrevivieron. Con ella muestra qué significa el martirio y cómo éste no es dejar de luchar, ni -como ocurre en el mundo islámico- suicidarse. Pone de manifiesto la especialísima relación entre dignidad y vida humana.

En cuanto al comentario de Toñi, me ha parecido interesante que vuelva sobre la cuestión de las emociones, la educación y la educación moral.
La habituación, desensibilización, condicionamiento etc. son procedimientos para la modificación de conductas –aprendizajes, por tanto-. Es cierto que pueden aplicarse también a los animales, pero bien sabemos que existe continuidad entre el ámbito animal y el humano (el hombre es un determinado tipo de animal) y que, en el hombre todo es humano (también su cuerpo). De este modo, los aprendizajes más simples (somáticos por ejemplo), facilitan o dificultan otros.

Es decir, el aprendizaje (que no siempre es consciente ni libre por parte del aprendiz) es un continuo desde lo somático a lo moral. De este modo, podemos afirmar que la educación moral tiene sus raíces en estadios anteriores al puramente "libre". Atendiendo a la estructura psíquica humana -que ya hemos empezado a ver en clase-, podremos deducir que la educación estética ocupa un lugar realmente importante en el conjunto de la subjetividad humana, análogo al de la afectividad.

¿Acaso no pertenece al ámbito moral el ensañamiento, la tortura, etc. ? ¿Y no puede éste ser fruto de una educación que hace a la persona incapaz de reaccionar frente al horror?

Los estudios etológicos no hacen sino subrayar la moldeabilidad humana y, simultáneamente, el libro de V. Frankl manifiesta la increíble capacidad de conservar, a pesar de las fortísimas presiones del medio, la libertad interior, la capacidad de crecer moralmente.

lourdes gallardo dijo...

He leído la obra de Viktor Franklc "El hombre en busca de sentido me ha impactado muchísimo su manera tan clara y valiente de afrontar todas las situaciones externas díficiles y decía precisamente que estas situaciones díficiles era lo que le daba la oportunidad al hombre de crecer espiritualmente más allá de sí mismo.
El estaba convencido de esta postura, de tal manera que le ayudó a salir con vida del campo de concentración. Pero creía que si era posible arrebatarle al hombre todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas-la elección personal de elegir ante un conjunto de circunstancias- para decidir su propio camino. Y ahí está la oportunidad de elegir la actitud personal y responsabilizarnos de la misma.

Anónimo dijo...

Acabo de terminar el libro de Viktor Frankl y debo decir que aparte de las opiniones de los compañeros sobre lo que más les ha impactado del mismo, con las que estoy más o menos de acuerdo, en mi opinión, lo fundamental a la hora de analizar la historia de este autor, es como incide en la necesidad de buscar un sentido a nuestra propia vida.
Durante todo el libro hace menciones constantes a una pregunta que se plantea o se debería plantear todo ser humano: ¿por qué me levanto cada mañana? o dicho de otra manera: ¿qué es lo que me da fuerzas para seguir luchando? (en este caso por la propia vida).
El autor hace alusión a lo importante que fue para el la reconstrucción del manuscrito que le habían confiscado a la entrada en el campo de concentración, pero en muchas ocasiones nos habla de su mujer, cuyo recuerdo le hace seguir viviendo interiormente y no abandonarse como hacen otros.
Para otros compañeros del campo, la necesidad de volver a ver a sus familiares y para otros es la religión y Dios quien les da fuerzas para seguir luchando por su propia vida.
Todos deberíamos pensar qué es lo que nos ocupa, por que creo que es propio del ser humano fijarse unas metas y asumir responsabilidades que nos ayuden a entender cada mañana por qué tenemos que seguir luchando siempre. Sin esto, nuestra existencia sería, sin duda, muy triste.
Alicia Martínez, Educación Infantil

Consuelo Martínez Priego dijo...

Creo que sería interesante que, cuando leáis estas cosas, echéis un ojo a "los planos de la libertad", un epígrafe del libro de "Fundamentos de antropología". Es tremendamente interesante observar la relación que existe entre la explicación teórica de Yepes, y el ejemplo real de V.Frankl.

María José Pindado dijo...

Yepes nos explica que el primer plano de la libertad es la libertad constituva. Esta libertad que consite en ser una intimidad libre, un espacio interior que nadie puede poseer si uno no quiere, en el que cada uno nos encontramos a disposición de nosotros mismos.
Esta libertad interior nos permite hablar de dignidad de la persona, es la base de los derechos humanos y del ordenamiento juridico.
¿Quien puede hablar de derechos humanos en un campo de concentración?
Frankl y Yepes coinciden en que ningún cautiverio, prisión o castigo es capaz de suprimir este nivel de libertad. El único modo de suprimir la libertad fundamental es eliminando al mismo hombre.
Los prisioneros en el campo de concentración bajo condiciones trágicas guardan la libertad interior de decidir que quieren ser mental y espiritualmente, conservaban la dignidad de seguir siendo un ser humano. (Eran capaces de consolar a los demás de ofrecerles el único mendrugo de pan que tenían. El protagonista confiesa que jamás había experimentado tanta paz como el día que decide quedarse con los enfermos en lugar de huir del campo de concentración).
Y si queremos recordar otro buen ejemplo de libertad en una situación similar, recordemos la pelicula "La Vida es Bella". El protagonista de la pelicula elige poner alegría al sufrimiento, por encima de todo salvar a su hijo y que en esas trágicas circunstacias el niño sea feliz.
María José Pindado

Anónimo dijo...

Hola, soy Alicia, de titulados. Solo quiero hacer una pequeña anotación sobre la supremacía del ser humano sobre el animal. Sin profundizar mucho en la parte espiritual y religiosa del hombre, os cuento algo que me hizo pensar en su día. En vacaciones suelo ir a Galicia, donde tengo la suerte de vivir en una casa a orillas del mar que es una delicia. cuando llega el momento de volver a Madrid, me cuesta mucho, y antes siempre pensaba lo mismo: "qué afortunadas las gaviota que viven siempre en este lugar tan hermoso". Pero un día leí un artículo de un periódico madrileño; en páginas locales un editorial hablaba sobre la cantidad de gaviotas que viven actualmente en las riberas del río Manzanares. Según el autor del artículo, las zonas más descuidadas y sucias de las orillas del río madrileño son un verdadero paraíso para estas aves, pues allí disponen de todo lo que necesitan: agua dulce, basuras, carroña, desperdicios... Recuerdo que cuando leí eso pensé:"¿cómo una gaviota puede vivir en la basura en Madrid pudiendo vivir en el mar?" Pero claro, no podemos pensar en "humano"; para una gaviota la belleza, el paisaje, no significan nada. Solo le interesa alimentarse, aparearse, etc...En cambio, el hombre tiene un espíritu que le permite disfrutar del paisaje, el arte, la música, la belleza, y tantas cosas que pueden llenar el alma. Y cuantas gracias tenemos que dar a Dios por esas "pequeñas" cosas que nos acercan a su divinidad...

Anónimo dijo...

Buenas tardes: El hombre tiene esas cualidades que le hacen diferente al resto de animales, tiene alma y voluntad, inteligencia y razón. Es verdad que un animal no racional tiene una forma de disfrutar que el amimal racional,que en el hombre,es distinta. El animal no racional se mueve por los instintos, por lo que estos le inclinan a hacer ,pero el hombre va más allá de los instintos, pues tiene una razón y una voluntad que le mueve a actuar. Esa razón le ayuda a que no se vaya por sus inclinaciones animales, sino por lo que le conviene. La cabeza tiene que dirigir las rindas del corazón.

Anónimo dijo...

Entiendo que me voy a desviar un poco del tema pero me llamó bastante la atención lo que se comentó al finalizar la clase sobre la condición más espiritual de los seres vivos donde habían quienes daban por supuesto de que carecían de dicha. Comprendo que, nosotros, como animales racionales que somos, tenemos voluntad de hacer y de no hacer, capacidad de analizar y sintetizar, de imaginar y de sentir placer más allá de lo corpóreo al vislumbrar un cuadro, una situación o incluso al provocar el sufrimiento ajeno, cosa que un ser no racional jamás sería capaz de realizar. Aceptamos el hecho de que como seres vivos pertenecemos todos a un sistema jerarquerizado correspondiendo con unas funciones anímicas; un ser vegetal, por limitarse a unas determinadas funciones básicas se hallaría en una escala más baja que la de un animal y éste a su vez, del ser humano por estar dotado de capacidades más limitadas que éste último. Por esta regla de tres, también es cierto aún teniendo todos los que se denomina ‘alma’, las complejidades de uno comparado con otros serán también diferentes. Hasta allí, conforme.
Un dato que me pareció interesante durante nuestra sesión de titulados es que nos explicara Consuelo que, no se es más hombre (incluyo mujer aun teniendo el primero cual significado generalizado aunque igualmente machista) por tener más cuerpo, más altura, más músculo… ni se es menos por ser persona menuda, tullida o tuerta. Entonces, si damos por hecho que alma tenemos todos que nos distingue de los seres inertes y que, por pertenecer a una especie diferente, no significa que el alma sea menos, sino de otro ‘calibre’, ¿por qué damos por hecho de los seres vivos no racionales carecen de espíritu? Quiénes somos nosotros para asegurarlo? Si ni siquiera está comprobado que nosotros mismos tengamos. ¿Quién nos afirma que seguiremos viviendo tras la muerte? Si aceptamos el hecho de que el espíritu de Dios sostiene a toda la creación, este mismo proceso sucede a los animales. Hombres y animales tienen el mismo espíritu, o fuerza de vida, en su interior. Como dice en la Biblia: "Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración [espíritu] tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia" (Ec. 3:19). Si nosotros como seres humanos, tenemos espíritu, todos los seres vivos tienen que tener. Claro está, esto es sólo una suposición ya que yo tampoco soy quien para afirmar tal proposición.

Consuelo Martínez Priego dijo...

Escribo este comentario tras disfrutar leyendo los anteriores. En cierta medida, Mª José Pindado, Alicia (titulados) y Decas están en la misma línea: todos subrayan la diferencia cualitativa –no sólo cuantitativa- entre el ámbito animal y el humano; unas refiriéndose a la estética y la cultura, otras a la dignidad y capacidad de dotar de sentido toda situación humana, etc.

En otra línea se sitúa M.H.Sumner que en absoluto se desvía del tema, sino que señala una dificultad interesante. Es más, me encanta todo lo que señala por la riqueza de cuestiones que pone sobre la mesa. Además, no es extraño encontrar argumentos análogos en nuestro entorno cultura. Ahora bien, los encontramos en las religiones antiguas –donde toda la realidad es divinizada y no es posible el desarrollo de la ciencia moderna –cfr. Stanley Jaki -, y en gran parte de la religiosidad panteísta oriental. Se vuelve a revitalizar esta visión del hombre y de la creación con el relativismo y agnosticismo occidental, en concreto con la corriente filosófico-teológico-cultural New Age que tiende al sincretismo, es decir, a tomar un poco de cada corriente filosófico-teológica sin apelar a su coherencia interna y, cuando es necesario justificar algo, indicando que… “no podemos saberlo”… Obviamente abordaré la cuestión filosófica, no tanto la interpretación del texto de la Sagrada Escritura, que, a mi entender está siendo leído como texto New Age (siglo XX) o gnóstico (siglo II-III).

Recojo ahora las afirmaciones y preguntas que lanza M.H.Sumner:
1. “la condición más espiritual de los seres vivo”. Si hablamos de Naturalezas –de este animal, de este hombre, de esta planta- no podemos hablar de más o menos espirituales. Cada especie es como es. Si quitamos o ponemos algo, ya tenemos otra especie. A la pregunta “qué es esto”, respondemos con un término –sustantivo- que no se dice de unos más o de otros menos. O es gato o no lo es; o es perro o no lo es; o es hombre o no lo es… y así con toda realidad viva. Cosa distinta es que yo no sepa qué es tal o cual sujeto individual; eso no modifica que, de hecho, sea tal o cual ser vivo.

2. “Aceptamos el hecho de que como seres vivos pertenecemos todos a un sistema jerarquizado”. En realidad, habría que decir que cada uno es perfecto como es. La hormiga es una perfecta hormiga –vamos, que es hormiga y no medio hormiga u hormiga al 75%... dejo al margen, los cruces, etc. que son de razas más que de especies-; el gato un perfecto gato… y así con todo. La biología y la filosofía natural ha entendido siempre que hay seres más perfectos que otros –por tanto ordenables jerárquicamente-, a la luz de las capacidades que cada uno de ellos tiene. La evidencia me impide seguir argumentando esta tesis.

3. Esto es un “guiño” cultural: en latín, “homo” designa a la especie humana; “vir” al varón, y “mulier” a la mujer. Por otro lado, “persona” es femenino, aunque recoge algo diverso al término “hombre”. Usaré el término “hombre” asumiendo el significado etimológico preciso.

4. Una cuestión no me queda clara. Dice: “si damos por hecho que alma tenemos todos que nos distingue de los seres inertes y que, por pertenecer a una especie diferente, no significa que el alma sea menos, sino de otro ‘calibre’, ¿por qué damos por hecho de los seres vivos no racionales carecen de espíritu?”. Alma –causa formal y por tanto principio inmaterial- tenemos todos. Que los diversos seres vivos, aquellos que pertenecen a especies distintas, tienen diverso principio inmaterial, me parece claro. Ahora, que la diferencia de peso, altura, desarrollo corporal etc. entre diversos hombres nos haga pertenecer a distintas especies, obviamente no. El argumento es completo: el principio de vida lo es todo el tiempo que se está vivo. El principio vital es lo que nos hace pertenecer a una especie. Desde que empezamos a existir –a ser- somos el mismo ser vivo –no nos morimos al nacer y resucitamos en otra especie unos segundos después; o no es de una especie distinta porque le falte un brazo; y tampoco podemos honradamente establecer momentos en todo el período prenatal de discontinuidad vital, o en el declive biológico es honrado decir que, cuando pierde la capacidad de hablar, o de moverse, etc., cambia de especie-.

5. ¿Por qué podemos afirmar que el hombre sí tiene un principio espiritual y los animales no? ¿Podemos saber que nosotros sí lo tenemos? ¿Quiénes somos nosotros para afirmar una cosa u otra? Bueno, podemos afirmarlo si tenemos inteligencia y estudiamos el asunto. Es cuestión de ponerse a afrontar una pregunta, no de quitar ni poner nada. La ciencia “investiga” –que procede del término “invenio”, encontrar -, no se le ocurren fantasías sin más o busca fines ideológicos en principio, claro-.
Si sé que el hombre tiene un principio espiritual. Tendremos ocasión de estudiar el asunto al desarrollar la cuestión de la inteligencia. Se trata de una facultad sin órgano, es decir, de algo que no tiene dependencia inmediata en su ser, de algo material y por tanto “espacial” o “temporal”. Por tanto que está al margen de la corrupción, de la muerte. Pero ahora no puedo detenerme en ello. En el libro de Yepes hay interesantes aportaciones al respecto.
Tal vez un hecho imponente es el lenguaje humano –sustancialmente distinto al animal-. Entiendo que es el mejor modo de llegar a comprender qué sea la inteligencia humana y, correlativamente, la voluntad y la libertad.
También entiendo que la dignidad –el valor absoluto- corresponde a cada persona, luego ninguna de ellas existe subordinada totalmente ni a los antecedentes –los padres, ningún padre es “dueño” de su hijo-, ni a sus posibles descendientes –no tener hijos no es equivalente en el hombre a falta de plenitud o indignidad-. En el animal, todo, todo, todo, se comprende en orden a la especie. Todo aquello que no está en esa línea, no existe o es una interpretación “antropomórfica”.
El hombre tiene sobre sí principios, ideales, verdades; los tiene por encima de su propia vida biológica. Eso no es atribuible al animal si pensamos al margen de prejuicios panteístas. –el panteísmo, además, es difícilmente sostenible filosóficamente: la libertad humana queda aniquilada, y después de Viktor Frankl negar la libertad se hace costoso-.

6. En cuanto a la fugacidad y debilidad del hombre que queda preciosamente expuesta en la cita de la Biblia, ¿qué puedo decir? Pues sí… que nuestro paso por esta tierra ha de ser considerado así, como paso… en caso contrario, según afirma, no seríamos más que necios: “recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás” –rito de imposición de la ceniza. Miércoles de Ceniza-; o “el Señor reina para siempre y los paganos desaparecerán de la tierra” (Salmo 10, 16). Pero en estos terrenos no sé, seguro, tanto como M.H.Sumner.

Por tanto, muchísimas gracias por el comentario y disculpad que este sea tan extenso: la materia lo pedía.

Anónimo dijo...

Hola soy Lourdes Gallardo, sigo pensando sobre el vídeo de Genie, e intentado relacionarlo con el libro de "el hombre en busca de sentido"

Posiblemente Frankl, no hubiera rechazado aplicar el título de su obra también a los niños, "el niño en busca de sentido".
El niño no busca sólo el significado de las cosas, con un interés que se queda a ras de tierra, sino que vuela más alto. Los adultos sí se han resignado muchas veces a quedarse en ese plano.
El niño de 3-6 años ama las historias (mucho más, y en otro plano que las “maquinitas”) porque le dan un sentido del mundo.
Debemos tener en cuenta que dar un sentido es también marcar una dirección, apuntar hacia una meta, intentar alcanzar un objetivo. Si no tenemos claro el sentido de nuestra vida, tenemos que comenzar una búsqueda sincera, y persistir en ella hasta que veamos claro. Las preguntas que surgen en el hombre, ya desde la infancia, provienen del espíritu, no de la materia.
Juan Pablo II solía decir que todas las circunstancias de la vida traen consigo un mensaje y esperan una respuesta. Tarea nuestra es preguntarnos qué se me está pidiendo y cómo puedo responder coherentemente, sabiendo que mis hijos esperan de mi no sólo que les señale el camino adecuado, sino que vaya yo delante enseñándoles a recorrerlo.Al privar de la libertad a Genie, no pudo seguir un camino.

Anónimo dijo...

Después de leerme el libro de Frankl me doy cuenta de que muy pocas personas podríamos realmente comprender los duros años que sufrió durante sus años de cautiverio en los campos de concentración si no lo sufriéramos en nuestras propias carnes. Nos muestra de una manera muy cruda y realista cómo fue despojado de todo lo que apreciaba, de su mujer, sus posesiones, su libertad, dejándole únicamente con su cuerpo y sus recuerdos, un cuerpo que se va deteriorando con el tiempo hasta convertirse en un cadáver andante con un único fin: ser de utilidad física hasta dejar de funcionar. Sin embargo, y aún habiendo formado parte de una de las mayores barbaries de la historia, Frankl es capaz de afirmar que la vida tiene sentido. El tiempo que está en los campos, nos dice que sus recuerdos se avivan al igual que aviva sus ganas de seguir con vida por si llegara aquel ansiado día en que fuera liberado. El amor que tiene a la vida y a todo lo que implica es lo único que le anima a seguir por la travesía de maltrato físico y psicológico que parece ser su pan de cada día.
Es interesante cómo nos hace reflexionar hacia nosotros mismos (al menos a mí) para darnos cuenta de que todo lo que tenemos no lo apreciamos en lo más mínimo hasta que se nos es arrancado de las manos, pero hasta que ese momento llegue no nos damos cuenta de ello. Vivimos en un vacío existencial que nos ciega y nos deja impasibles ante lo que llena nuestras vidas prefiriendo siempre lo que se aleja de nuestras posibilidades: soñamos con una casa más grande, un buen coche, amigos modernos y envidiosos…etc. Pero cosas tan básicas y elementales como una comida caliente, ropa limpia, una cama donde descansar, un abrazo de un ser querido, los damos por hechos (debo reconocer que, después de leerme el libro, me enfado mucho con mis alumnos cuando se ponen de morros al no querer comerse un trozo de lechuga o pescado, pensando en la gran suerte que tienen al tenerlo delante de sus narices). Y ese el problema de nuestra sociedad: lo damos todo por hecho. Debo reconocer que me ha conmovido mucho el libro y la manera que tiene Frankl de describir de manera casi objetiva toda la barbarie que sufrió, tanto él como los demás prisioneros. Pero incluso así es capaz de sentir la felicidad. Podría hacer cierta analogía con el caso de Genie, la niña salvaje, cuyo reportaje me pareció muy interesante y conmovedor. Por una parte, el pensar cómo hay humanos (no se les puede categorizar de persona) capaces de hacer sufrir, y de arrebatar a sus semejantes de su dignidad y libertad. Pero por otra, y en mi opinión me parece el más llamativo, que existan personas capaces de superar estas barreras de la imposición a través de algo aparentemente tan simple como es el amor. Frankl logró su supervivencia gracias a ello, por el cálido recuerdo que le ofrecía su mujer, y Genie la suya por sus ganas de aprender, descubrir y conocer.

Consuelo Martínez Priego dijo...

"Anónimo", buen comentario. Quisiera, de verdad, que todo el mundo pudiera LEER, tal y como reflejas en tu escrito, EN PRIMERA PERSONA. A vivir se aprende viviendo y... sólo tenemos una vida. Las lecturas ayudan a vivir vidas ajenas y por tanto ayudan a crecer.