jueves, 8 de mayo de 2008

Sobre la "Fuerza de Voluntad"

Hay quien considera que la voluntad es, fundamentalmente, fuerza de voluntad; es decir, capacidad para sostener una decisión en orden a la consecución de algo. Y, correlativamente, se empeñan en educar la voluntad como fuerza de voluntad: es decir, hacer ver que los objetivos son buenos para uno y que ha de empeñarse en conseguirlos.

Ahora bien, quien sólo desarrolla esa dimensión de la voluntad, es más, quien la considera la más importante, puede estar incapacitando a la persona para amar. En efecto, amar no tiene recompensa, no busca otra cosa.


El amor se esfuerza... pero se esfuerza por afirmar al otro, nada más.

Ahora lo que he aprendido hoy en otro post: SOBRE EL COMPROMISO.

9 comentarios:

Unknown dijo...

Me ha parecido muy interesante este tema que hemos visto en clase.
En efecto, si una persona reduce la voluntad exclusivamente a la denominada "fuerza de voluntad" esta reduciendo la voluntad al apetito irascible, es decir, a conseguir algo que es bueno para ella pero que exige esfuerzo, la superación de algun tipo de obstaculo, pero solo para obtener algo para sí mismo.
Como bien ha dicho usted esto puede incapacitar a amar, porque el amor precisamenmte no busca ningun tipo de recompensa, se ama a una persona cuando se la quiere en sí misma, por lo que ella es y no por el beneficio que pueda poporcionarnos.
Sin embargo,aunque en el amor no se busca ninguna recompensa, el hecho de amar a una persona proporciona felicidad, aunque no se busque. por lo tanto ¿aunque no se busque el propio beneficio o una recompensa, en cierto modo al amar de verdad la persona obtiene algo? Yo creo que ese algo es la felicidad, puesto que la plenitud y felicidad humana solo pueden alcanzarse con la libertad y el amor es una manifestación de la libertad del hombre, es una entrega total al otro,es decidir comprometerse con alguien para crecer juntos y desarrollar un proyecto en comun.

Anónimo dijo...

Creo que lo que hay dicho mi compañera Nuria de igualar la voluntad al apetito irascible es lo que resume todo esto. Es simplificar esta dimensión propia del hombre a una que los animales también tienen.

Pero mi comentario se dirige más bien al tema del Amor. Hay distintos tipos de Amor (existe el amor filiar, el fraternal, el romantico, el sexual,el que se dirige a un Dios, a un prójimo, el platónico...) Al amor nos entregamos sin pedir nada a cambio. Nunca pedimos nada a cambio en el amor que damos a nuestros padres, a nuestros amigos, o simplemente al chaval del voluntariado de los jueves... Tu no les pides nada, pero a la vez que tumas amor das, mas Amor recibes sin nisiquiera pedirlo, soñarlo o esperarlo.

Pero este amor no tiene porque ser para toda la vida, no tiene porque ser siempre "el crecer juntos y desarrollar un proyecto en común."

Esto a mi parecer es una reducción del amor, como ya he dicho hay distintos tipos de amor, de los cuales nunca esperas nada y tu debes de aprender a darlo todo por ellos, y no se puede reducir el amor al amor de pareja. El amor es mucho más amplio, y no se debe reducir solo al de un matrimonio. Como creo que Nuria lo ha redcido.

O no podemos considerar amor al de unos buenos amigos que a lo mejor por circunstancias de la vida no se vuelven a ver, la relación que habia entre ellos ¿acaso no era de amor?; o la relación de dos jovenes que se han querido que por circunstancias han roto, ¿acaso no era amor?

Bueno espero que se entienda lo que he querido expresar de los distintos tipos de Amor que hay.

Muchas gracias x leerlo,
¡¡hasta otra!!

Anónimo dijo...

Me gustaría hacer un comentario haciendo referencia a la idea de: "En efecto, amar no tiene recompensa, no busca otra cosa.
El amor se esfuerza... pero se esfuerza por afirmar al otro, nada más."
En primer lugar por lo que entiendo y he leido el amor, el amor ideal, no se da cuando no se espera nada a cambio, ya que el amor tiene como componente esencial la reciprocidad. Para que exista el amor debe ser correspondido. Una persona puede amar a otra independientemente de ser correspondida a dicho amor, no obtante para que se de realmente el amor este amor ha de llevar a la comunión interpersonal que solo se da en la mencionada reciprocidad (en la entrega -queriendo el bien del Amado que recoge Santo Tomás de Aristóteles y la acogida del bien recibido.

Consuelo Martínez Priego dijo...

Jaime,
Me gusta que aludas a la reciprocidad. Ahora bien, reciprocidad no significa simetría. En la Filiación y en la Paternidad no hay una reciprocidad simétrica y hay amor. Es más, puede no darse reciprocidad, y no por eso deja de haber amor. Sólo la Esponsalidad -amor entre iguales en orden a un proyecto común que puede llegar a tener la novedad de una persona, el hijo- exige reciprocidad en términos de igualdad. Ahora bien, hasta en ese caso, entre los hombres, es posible que uno de ellos conserve el amor esponsal y el otro no: paradojas de la vida.

Pero sobre esto hablaremos en clase con más detalle.

En todo caso, siguiendo las reflexiones de Virse y Nuria, ciertamente reducir la voluntad a apetito irascible es una lástima; y coincido con Virse en que amor es también el amor de amistad, que no implica totalidad y exclusividad.

Sobre esta cuestión, los tipos de amor, recomiendo vivísimamente un libro de C.S. Lewis que algunos conoceréis: "los cuatro amores". Creo que el próximo curso, quienes quieran podrán leerlo en la asignatura: merece la pena.

Elena Nebot dijo...

Lo que a mi me sugiere este artículo es que puede resultar relativamente fácil confundir la voluntad con la fuerza de voluntad.De eso puede derivarse un terrible error, que en el caso de un educador puede resultar muy contraproducente, ya que lo peor que se le puede hacer a una persona es "incapacitarla para amar".
¿Cómo diferenciar entonces la voluntad de la fuerza de voluntad?
Entendiendo la voluntad como la facultad de afirmar o negar lo que la inteligencia propone.

Anónimo dijo...

Un comentario a lo dicho por Consuelo (que cito entrecomillado) y Jaime:

"Ahora bien, reciprocidad no significa simetría."
Creo que Jaime no señaló la necesidad de una simetría.


"En la Filiación y en la Paternidad no hay una reciprocidad simétrica y hay amor".

Quizás convenga matizar que tanto en el amor de filiación como en el de paternidad como en cualquier otro hay un reclamo de reciprocidad al darse ese "amor" (quizás no fue acertada la expresión de "amor ideal" de Jaime)

Pero Jaime ya señaló que se podía amar sin que hubiera acogida (y por tanto reciprocidad) lo que no se da es el "amor entendido como un acto de comunión interpersonal" que aunque no se dé -esta comunión- no deja de darse el amor entendio como el "querer el bien de amado" al que hacía alusión Jaime.

Dios, el creador la naturaleza -
o llamaló como quieras -evidentemente ama aunque sea rechazado; un hombre puede amar a una mujer (y viceversa) sin que el otro le ame.

"Es más, puede no darse reciprocidad, y no por eso deja de haber amor."
De acuerdo, según dijimos.

"Sólo la Esponsalidad -amor entre iguales en orden a un proyecto común que puede llegar a tener la novedad de una persona, el hijo- exige reciprocidad en términos de igualdad."

Sin querer polemizar sobre esto solo matizar que supongo que se refiere al amor conyugal pues el amor esponsal también es el de Dios que además de ser Creador y Redentor, es también el Esposo:^Porque tu esposo es tu Creador... Tu redentor es el Santo de Israel (Is 54, 5)^. Y san Pablo aplica a Jesucristo las características de Esposo: ^Vosotros los maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella (Ef 5, 25). Vemos, por tanto, el amor esponsal de Dios y de Jesucristo por nosotros.

Lo que entiendo que se da en la conyugalidad -cuando se da ese amor de comunión en el ejercicio de la libertad- es un "nosotros", como afirman los personalistas, que van más allá de un "tú y un yo" bipolar; pero la solicitud de reciprocidad se da en toda relación de amor, insisto. La diferencia esencial respecto del resto de los amores es el compromiso de la reciprocidad. No está comprometida ("hasta que la muerte nos separe" o "todos los días de mi vida")ni en el filial ni en el fraternal,ni en el de amistad como lo es en el amor conyugal.

"Ahora bien, hasta en ese caso, entre los hombres, es posible que uno de ellos conserve el amor esponsal y el otro no: paradojas de la vida."
Somos así...

Termino diciendo que ahí estamos vulnerables por amar, susceptibles de no ser correspondidos, ...
Una propuesta de este tema sin la referencia de un Dios que es Amor y nos crea por amor no me es posible pues para quienes creemos, aunque a veces en tinieblas, al menos a mí.

Anónimo dijo...

Se me cortó el final en el que quería decir que aunque no asistí a la clase que se menciona:
Según la idea que tengo de la voluntad asocio a la idea de voluntad la capacidad de elegir entre caminos distintos de acción y actuar según la elección tomada, en concreto cuando la acción está dirigida hacia un fin específico o se inspira por ideales determinados y principios de conducta.
una conducta de voluntad contrasta con la conducta derivada del instinto, impulso, reflejo o hábito, ninguna de las cuales implica una elección consciente entre distintas alternativas.
(Expreso mi idea con palabras que tomo prestadas de la "Ecarta")
y por Fuerza de Voluntad Fuerza de voluntad a la capacidad que tiene el ser humano de dirigir su voluntad hacia un objetivo.
Con ello, y concluyo mi anterior comentario: dada la naturaleza (llámala caída, débil,... ) del hombre requiere que la persona ponga en juego su voluntad para poder amar en cualquiera de las formas de amor citadas más arriba y para poder hacerlo, unos mayor o menor medida que otros requerimos, de la educación de nuestra personalidad o caracter mediante el ejercicio de la constancia, la capacidad de sufrimiento, de la reflexión los elementos y en suma de la adquisición de virtudes....

Anónimo dijo...

Hola soy Lourdes Gallardo,todo ser humano, en cualquier circunstancia en que se halle, es una persona no solo digna, sino radicalmente singular e irrepetible y, por lo mismo, irreemplazable;
por tales propiedades, que en fin de cuentas acaban por identificarse, la única actitud adecuada ante él, más allá del simple respeto o incluso que la reverencia y la veneración, se encuentra constituida por el amor;
amar, según la conocida descripción de Aristóteles, consiste en «querer el bien para otro en cuanto otro»; un bien, también único e irreiterable;
la libertad humana debe concebirse, al menos, como la capacidad de auto-conducirse hacia la propia perfección o plenitud, hacia el propio bien terminal y definitivo: en fin de cuentas, como la facultad de auto-construirse;
el acto supremo de libertad, lo que de ningún modo se encuentra determinado o «necesitado» por los propios instinto-tendencias es justamente el amor en su significado más propio y cabal: querer el bien del otro… en cuanto otro;

• solo de esta manera, utilizando la libertad para amar a los demás, poniéndose uno mismo entre paréntesis, consigue la persona desarrollarse, «irse construyendo»: alcanzar la felicidad como perfección y, derivadamente, la felicidad como dicha; desde tal perspectiva, resulta fácil comprender que ser libre es poder y querer —¡porque me da la gana!— amar al otro en cuanto tal.

Anónimo dijo...

El amor, uff, menudo temita. ¿qué se puede decir de querer?, ¿qué relación tiene el conocimiento con el amor?, ¿se conoce antes de amar o se ama y luego se conoce? ¿qué es eso del "flechazo a primera vista", donde se engloba en la estructura psíquica del hombre?
"amar es querer al otro en cuanto otro", por lo que es, luego parece que el flechazo primari no es amor ¿o si? El flechazo es como el primer elemento de conocimiento, el conocimiento sensible, en cierto sentido es conocer.
Pero el "amoure" (uff, parece que seamos franceses) es algo mayor, mucho mayor que ese flechazo. Es más creo que tal flechazo tiene más de herramienta de conocimiento que de amor. Fijense, si según Aristóteles al conocer nos hacemos de alguna manera lo conocido (el hombre es de alguna manera todas las cosas porque todas las puede conocer), qué más cuando queremos, queremos lo otro en cuanto que otro, y ese querer nos transforma, por eso la cuestión del divorcio y de la infidelidad es tan grave (el mal, conviene recordarlo, es lo contradictorio, lo que no se ajusta a la realidad), porque cuando se ha amado de verdad, uno no puede dejar de experimentar ese vacío, porque, aunque suene extraño, amar no es otra cosa que llenar el ser del otro de tu, pasar del yo en mí al yo en tú.
Qué divertido y espeso es esto, eh.