jueves, 24 de abril de 2008

El complejo mundo de las emociones (II). El caso EnriKt

Intentaré aquí poner algo de orden en los muchos comentarios surgidos en el post anterior y en clase.

1. Conviene no confundir los pensamientos y los sentimientos.
No todo fenómeno psíquico es "pensar" y por tanto, no en todo fenómeno psíquico nos hacemos cargo de lo real en cuanto real; es decir, podemos formular juicios que buscan ser verdaderos y pueden ser juzgados como tal al margen de la situación del sujeto. Es decir, conviene distinguir entre "para mí" y "en sí". Entiendo que negar que exista la posibilidad de hacerse cargo de la realidad en cuanto tal y no sólo para mi es, en el ámbito educativo, la condición necesaria para poder educar las emociones. Si todo se reduce a "para mi" o "lo que siento" etc. cada uno estaría clausurado en su propio estado anímico. Para un maestro esto es, simplemente, una obviedad. Tenemos evidencia de la posibilidad y necesidad de educar las emociones y por tanto de trascender el "pseudo-juicio" emocional.

2. ¿Educación de la afectividad y libertad?
La condición de posibilidad de la educación de la afectividad es, precisamente la libertad. Toda acción educativa exige la libertad del educando, no sólo la actividad del educador. Ahora bien, con esto no resolvemos el problema.
Si podemos hablar de educación y no de represión es porque la afectividad humana puede y debe crecer y porque la afectividad humana es falible: no siempre "nos emocionamos bien".
La disyuntiva es clara ¿son las emociones a la vez educables y padecidas? Si, pero no es contradictorio si caemos en la cuenta de en qué consiste la educación y cómo hasta el padecimiento puede, en cierto modo, educarse -modificarse-.

3. Educar las emociones y la madurez
Señalaba otro comentario que no somos responsables de la emoción misma puesto que no tenemos dominio sobre el origen mismo; sin embargo si somos responsables y libres de las conductas derivadas. Bien, pero no sólo. Madurar es ir sabiendo qué cosas nos emocionan y cómo nos emocionan ; no sólo ser capaz "controlar" las conductas posteriores

Esta distinción es de capital importancia. Habitualmente se pone el acento sólo en la segunda parte y, en esos casos, la dinámica afectiva se ve permanentemente frenada; incluso pueden adoptarse estrategias "represivas" por "incomprensivas e incoherentes" con nosotros mismos.


Vamos al ejemplo:
El CASO ENRIKT (Enriqueta/o)


EnriKt a la 13:30, cuando alguien le pide un favor, "ladra". Está francamente de mal humor. Pero es que, dice, le molesta y ella es así... y actúa como siente las cosas... no quiere ser hipócrita: le sientan fatal algunas cosas, y más a esas horas...

Pero EnriKt quiere educar sus emociones, porque, hablando con un amigo y contándole los "encuentros" que tiene con los de clase a medio día... ha reconocido que no puede reaccionar así, que es desproporcionado. Con su amigo, en la cafetería, diseñan un plan: controlar las conductas posteriores a la irrupción del volcán de genio de las 13:30, al terminar la penúltima clase.

Después de muchos días intentándolo (unos se le olvidaba en el momento preciso, otros simplemente ponía cara de pez...) consiguió mirar siempre para otro lado y "aguantarse las ganas de pegar un buen grito" a ese compañero, y ese otro, y el otro, que es "tan impertinente" siempre a estas horas.

El caso es que EnriKt llega a casa agotada, molesta, y parece que hasta se le quita el apetito del esfuerzo. Sus más amigos, que no saben de sus planes, la ven rara... porque el esfuerzo le lleva a estar algo cabizbaja todo el día. En su casa dicen que está cambiando mucho... y que si está enferma...

El caso es que, por más que se esfuerza algo no va bien....


(El próximo día más)

2 comentarios:

Leticia dijo...

Los seres humanos no nacemos determinados como los demás seres vivos y por tanto lo que vaya a ser nuestra vida es ,en parte, resultado de lo que cada uno quiera (excepto en casos tan radicales como por ejemplo el de Genie). Los animales saben distinguir lo que es bueno o malo para ellos, están programados por la naturaleza para eso, no tienen más remedio que comportarse de esa manera, no saben comportarse de otra. Los hombres, en cambio, no estamos programados, nacemos indeterminados y somos educados, nuestro programa es cultural, pero podemos elegir salirnos de nuestro programa, y elegir nuestra forma de vida.

Los motivos que mueven nuestra conducta, la razón por la cual nos comportamos de una manera y no de otra, pueden venir de fuera, como son las ordenes, o bien salir de dentro nuestro, pero tanto unos motivos como otros, deben ser razonados por mí. Eso es ser maduro, vivir nuestra propia vida, que nadie la invente por nosotros, plantearnos la vida por nosotros mismos, desde nuestra voluntad, empleando bien la libertad.

Como somos seres humanos, queremos ser tratados como tales y para ello debemos también tratar a los demás de esa manera. Sólo tratando a los demás humanamente conseguiré que me devuelvan ese mismo trato humano.

Distinguir entre lo bueno y lo malo es algo que todos queremos conseguir, comprender porque ciertos comportamientos nos convienen y otros no (como por ejemplo el comportamiento de Enriqueta/o), depende de nuestra conciencia y de admitir, que como somos libres, somos responsables de nuestros actos.

Enriqueta está controlando desde hace unos días sus emociones ("aguantarse las ganas de pegar un buen grito"), pero se da cuenta que por más que se esfuerza algo no va bien y no va bien porque las emociones no sólo hay que controlarlas, hay que educarlas, encauzarlas hacia los sentimientos. El reprimir las emociones es algo negativo, puede producir ansiedad y depresión, es necesario que la inteligencia y la voluntad LIBRE estén presentes en nuestra vida.

El aprendizaje que encauza las emociones hacia buen puerto, da razones, respeta la autonomía de la persona, hace que las emociones sean filtradas por la razón y asumidas por la voluntad, de esta manera, se controlan y se reflexiona sobre ellas y entonces así florecerán los buenos sentimientos, que son el estado de ánimo del alma.

Consuelo Martínez Priego dijo...

Pues si, sólo puedo decir que sí; aunque matizaría: que nuestro programa es cultural no implica que sea arbitrario. La cultura puede ser antinatural. La cultura es el medio en el que se nuestra naturaleza puede llegar a cumplimiento. El hecho de que sea cultural implica que muchos elementos "pueden ser de muchos modos", pero no que pueda ser "de cualquier modo". Culturalmente puede considerarse que los padres son "un estorbo", pero eso no es acorde a la realidad natural del hombre: lo debemos casi todo a nuestros padres... luego el trato que merecen ha de corresponderse con esta realidad.

Magnífico el apunte sobre "los motivos": de fuera o de dentro, pero en uno y otro caso "interiorizados". Hoy salía en clase la superioridad de la "decisión" sobre la "elección" en cuanto acto voluntario. En efecto, es en la decisión donde la persona se implica. Ahora bien, decidir, por tanto realizar un acto voluntario, no signfica que haya "varias opciones", es suficiente con que haya una.

Cuando un motivo viene de fuera, una orden, puede ocurrir que sólo haya un camino... y puede seguir haciéndose voluntariamente. Así, cuando uno toma una decisión y, por ejemplo, compromete su futuro -se compromete-, los actos consecutivos serán "decisiones", no "elecciones" propiamente, puesto que el momento de la elección ya pasó.

Sobre esto habrá que volver.